Desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y creativo en la educación superior

A continuación se presentan una serie de conceptos e ideas creativas sobre la formación de universitarios con criterio, profesionales capaces de aplicar sus conocimientos científicos y universales en la resolución creativa de problemas cotidianos.

sábado, 22 de mayo de 2010

Realimentación de la docente del curso Pensamiento Crítico

En educación, los profesores pueden utilizar las analogías para construir puentes conceptuales entre lo que les es familiar (un concepto análogo) y lo que les es novedoso (concepto meta). También pueden utilizarlos para determinar el conocimiento previo de los alumnos, al solicitarles trazar similitudes y diferencias entre conceptos análogos con el concepto meta. En este curso en particular, se utilizan las analogías del capullo de mariposa, la piedra semipreciosa sin esculpir, el juego de fútbol, la caja de herramientas, el huerto y el río, para estudiar el concepto meta: la enseñanza y el aprendizaje. Cada una de las analogías pretende resaltar las características esenciales del proceso, con un nivel de dificultad progresivo. Las analogías seleccionadas pretenden enfatizar sobre la relación entre el aprendizaje y las etapas del desarrollo humano; el aprendizaje y contexto social; y el aprendizaje y la experiencia.

Múltiples teóricos en el campo de la psicología, tales como Erickson, Fowler, Freud, Kohlberg, Winnicott, Piaget, Massey y Fischer, han propuesto modelos de desarrollo, como herramientas empíricas y conceptuales, que sugieren que los seres humanos maduran en etapas o estadios evolutivos dentro de contextos o dominios de acción particulares. Vygotsky, otro pensador influyente en el campo de la psicología del desarrollo, concordaba. Para él, el desarrollo y el aprendizaje también tienen otra característica y es que se aprende, no solo con otros, sino de otros, como en un juego de fútbol. El aprendizaje no es solo una consecuencia de la maduración orgánica, decía, sino que es un resultado de la construcción intelectual de significado por individuos a través de sus interacciones diarias con el medio.

En la primera etapa de desarrollo, los seres humanos piensan de forma “técnica”: los bebés pueden realizar operaciones básicas como agarrar, percibir, establecerse metas y hasta utilizar herramientas sin la habilidad de comunicarse. Después, el pensamiento técnico se torna en procesos más sofisticados de pensamiento a través de la experiencia social y la utilización de herramientas inventadas por los seres humanos, ya sean físicas (palancas, poleas, ruedas y mecates, por ejemplo) o psicológicas (el uso del lenguaje y operaciones simbólicas). El lenguaje se convierte en una herramienta para los seres humanos, igual que sus manos y ojos, en su compresión del mundo.

En su desarrollo temprano, los niños se hablan a sí mismos o a sus objetos de atención como parte de sus estrategias de resolución de problemas, en un proceso que Vygotsky llamó “la internalización del habla social.” Posteriormente, en el desarrollo, el lenguaje precede la acción, lo que implica que los niños aprenden a utilizar el lenguaje para planear sus acciones, controlar su conducta e involucrarse en actividades que incluyen los estímulos más allá de sus esferas inmediatas. El desarrollo intelectual es impulsado, entonces, no solo por el desarrollo orgánico del ser humano, sino por su dominio en el uso de las herramientas, principalmente la del lenguaje. El dominio del lenguaje se logra solo a través de la interacción de adultos y pares, quienes proveen un andamiaje del proceso de aprendizaje en un esfuerzo por alcanzar la “zona de desarrollo próximo”, o “la distancia entre el nivel de desarrollo actual y el nivel potencial de desarrollo que tienen al contar con el apoyo de un adulto, mentor o en colaboración con pares más capaces”.

El aprendizaje, entonces, es un resultado de la maduración orgánica de los seres humanos, pero también de las interacciones que las personas tengan con otras. Este es un proceso que se desarrolla con la experiencia a lo largo de la vida, según lo han demostrado los estudios más recientes en el campo de la neurociencia. El aprendizaje es “situado:” aprendemos, sin planearlo, dentro de una actividad, contexto y cultura (Brown, Collins y Duguid), a través de la acción y la reflexión. Como los surcos de los ríos, que se profundizan y se ensanchan conforme más agua baje por sus caudales, así las redes neurales, que se fortalecen con la experiencia, la interacción social colaborativa y la construcción social del conocimiento. Eso es todo por ahora- la analogía de la huerta, mucho más sofisticada, la discutiremos en unas semanas.

Silvia Castro

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