Desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y creativo en la educación superior

A continuación se presentan una serie de conceptos e ideas creativas sobre la formación de universitarios con criterio, profesionales capaces de aplicar sus conocimientos científicos y universales en la resolución creativa de problemas cotidianos.

sábado, 26 de junio de 2010

Realimentación de la docente del curso Pensamiento Crítico

1) Decían King y Kitchener que, al mejorar el razonamiento, el estudiante abandona su “certeza ignorante” a favor de una “confusión inteligente”.

En la enseñanza del razonamiento, su papel como docente no es aportar certeza en un mundo ambiguo, compartiendo las respuestas correctas a las interrogantes perenes de su disciplina, sino más bien enseñarle al alumno a evaluar, por su propia cuenta, la validez o conveniencia de las ideas. Comparto un ejemplo: en un curso de Pensamiento Crítico que impartía a muchachos recién egresados de colegio, les ayudaba a identificar las partes de un argumento. Les explicaba cómo evaluar la calidad de la evidencia y las fuentes que se utilizaban para sustentarlos, a detectar el uso de falacias y el lenguaje emotivo, a determinar cuánta y cuál evidencia emplear, según la audiencia a quien iba dirigido el mensaje, a determinar la solidez y validez de la lógica detrás de los argumentos. Cuando utilizaba dilemas de la vida real (aborto, suicidio, homosexualismo y muchos otros), yo les ejemplificaba cómo se podían argumentar, con igual vehemencia, múltiples puntos de vista sobre un mismo dilema. Al finalizar, con una “confusión inteligente”, llegaban a preguntarme qué opinaba yo sobre cada uno de esos dilemas. Nunca lo sabrían. El punto es que yo no pretendía inculcarles qué pensar, sino modelarles cómo pensar.
2) Existe una tendencia humana de pensar en términos de blanco y negro, correcto o incorrecto, lindo o feo… Este fenómeno lo han estudiado los psicólogos sociales, quienes han determinado que el ser humano tiende a simplificar el análisis de su entorno, generalizando y categorizando, para poder comprenderlo con rapidez. Al ser inconscientes de este fenómeno, las personas adoptan posiciones extremas, se muestran intolerantes hacia las ideas ajenas a las propias, y muestran serias dificultades para resolver conflictos y tomar decisiones. Para generar consciencia en nuestros alumnos sobre esta realidad, debemos plantear problemas o dilemas que se deban interpretar desde múltiples perspectivas, no solo dos. Entonces, en lugar de plantear preguntas como “¿Estaría de acuerdo? Sí o no y por qué”, es preferible plantear preguntas como la siguiente: “Ante una situación X, qué posición adoptarían los A? Los B? Los C? Los D? Los E? ¿Cuál posición adoptaría usted y por qué?”
3) Los problemas que se prestan para enseñar a pensar críticamente son los problemas mal estructurados en la disciplina o los dilemas perpetuos en los que existen oportunidades para examinar diversos puntos de vista y evaluar la calidad de los argumentos y la evidencia que los sustentan. Si ustedes, como docentes, ya tienen la respuesta a un debate que pretenden organizar en clase, el problema o dilema escogido no tiene la profundidad requerida para fomentar el pensamiento crítico. Por ejemplo, si planean debatir las ventajas y desventajas de utilizar una técnica, cuando la respuesta es que ambas se pueden utilizar (aun cuando los alumnos logren identificar las ventajas y desventajas de las dos técnicas), no permite que los alumnos emitan o sustenten juicios de valor. A lo sumo, la tarea mental de comparar y contrastar es inferencial, no meta-cognitiva.
4) La ética y el razonamiento moral también se pueden enseñar desde la óptica del pensamiento crítico. Desde ese enfoque, al alumno se le facilitan oportunidades para analizar las aplicaciones e implicaciones de las diferentes posturas deontológicas. También se le modelan conductas para evaluar sus propias suposiciones y presuposiciones; a comprender, con profundidad, múltiples puntos de vista, o a plantearse preguntas éticas esenciales en la disciplina. Entonces no sería un objetivo de aprendizaje de pensamiento crítico, el “ejemplificar actos no éticos” (tarea cognitiva de nivel literal, no meta-cognitivo). En cambio, sí sería un objetivo de aprendizaje de pensamiento crítico que los alumnos determinen las inconsistencias en su conducta, entre lo que dicen y piensan, y lo que hacen.

5) Algunas recomendaciones finales:
o Familiarice al estudiante con problemas mal estructurados en su disciplina.
o Cree múltiples oportunidades para que examinen diferentes puntos de vista en un tópico de forma reflexiva.
o Motive a los estudiantes a emitir juicios y explicar lo que creen, empleando argumentos lógicos y evidencia de fuentes válidas.
o Solicite al alumno reflexionar sobre sus propias suposiciones y formas en las que justifica sus creencias.
o Reconozca el papel de las emociones en los retos educativos y apoyos que provee.
¡Más sobre la enseñanza del pensamiento crítico en las intervenciones subsecuentes!

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